La administración de Donald Trump ha develado recientemente su plan para convertir a Estados Unidos en la “capital mundial” de la IA. La estrategia se encamina hacia una política dirigida a la tecnología, aun cuando ya son pioneros en el uso de la IA para múltiples tareas. Estados Unidos busca ser el “líder indiscutible de la inteligencia artificial”.

El plan incluye 90 medidas concretas que se implementarán en las próximas semanas. Con su aplicación, la nación americana está apostando por posicionarse ganador, en esta carrera global, por el liderazgo en IA, frente a potencias emergentes, especialmente China. Esto incluye políticas comerciales, restricciones a la transferencia de tecnología y fomento de cadenas de suministro nacional.

Principalmente, el plan quiere eliminar todos los obstáculos regulatorios que dificultan el desarrollo de infraestructuras de IA, por ejemplo restricciones ambientales y políticas de diversidad en el sector. Y para acelerar los procedimientos de autorización, la administración está reclasificando los centros de datos bajo la Ley de Política Ambiental Nacional (NEPA).

Es importante señalar que esta reclasificación de la NEPA permite evadir las restricciones tradicionales del Clean Air Act y del Clean Water Act, dos textos fundamentales para la protección ambiental estadounidense.

Con el plan, la administración de Trump busca acelerar la construcción y expansión de centros de datos, plantas de energía y otras infraestructuras necesarias para el desarrollo masivo y la operación de la IA. Para ello se deben implementar estudios de impacto, permisos largos y costos adicionales. Por lo que una reclasificación de la NEPA será importante para facilitar que las empresas puedan crecer rápidamente sin tanta burocracia ambiental.

La visión de Trump para la IA

El “Plan de Acción de IA” viene acompañado de un enfoque desregulatorio y de un ambicioso plan energético. Frente a las necesidades colosales de electricidad de los centros de datos de IA, la administración apuesta por el desarrollo acelerado de la energía nuclear. La visión de Trump y verdadero objetivo es Implementar la tecnología estadounidense a todo el mundo, así Washington lanza lo que denomina “diplomacia IA”.

La actual administración estadounidense quiere reproducir este modelo en todas partes; es decir, ir más allá de la mera venta de software. “Se trata imponer todo el ecosistema estadounidense”. Los países socios se vuelven así dependientes de los estándares de Washington.

Paralelamente, la administración endurece los controles a la exportación. Quiere impedir que sus rivales accedan a tecnologías críticas. China sigue siendo el centro de atención tecnológico. Esta política de doble cara — apertura para aliados y cierre para rivales — convierte a la IA en un instrumento geopolítico real.

Esta vez, Trump opta por la velocidad y la agresividad comercial. Más allá de la innovación, se está perfilando un nuevo equilibrio global de poder. La inteligencia artificial se convierte en la herramienta principal de la dominación estadounidense en el siglo XXI.

Este plan impulsa los esfuerzos federales para impulsar nuestra capacidad de innovación, construir infraestructura de vanguardia y liderar a nivel mundial, garantizando que los trabajadores y las familias estadounidenses prosperen en la era de la IA.

Michael Ktatsios director de la oficina de política científica y tecnológica de la Casa Blanca 

Las directrices esenciales del Plan de Acción de IA son:

  • Promover la exportación de IA estadounidense: El gobierno, en coordinación con la industria, buscará llevar sistemas de inteligencia artificial seguros y completos a las naciones aliadas.
  • Fomentar el crecimiento tecnológico: Esto se logrará agilizando la aprobación de centros de datos y plantas de chips, y capacitando a profesionales clave como electricistas y técnicos de HVAC.
  • Aliviar la carga regulatoria: Se eliminarán regulaciones federales que obstaculizan el progreso de la IA y se pedirá a la industria que sugiera otras posibles reducciones.
  • Garantizar la neutralidad de la IA: Los contratos federales estipularán que los modelos de IA no deben ser influenciados por “sesgos ideológicos del gobierno”.

Matthew Mittelsteadt del Cato Institute describió el plan como “un conjunto heterogéneo”, si bien elogió su énfasis en la rápida evolución. “Un aspecto que considero positivo es el renovado énfasis en la innovación”, recalcó. Sin embargo, también advirtió que “vincular los contratos federales a modelos alineados con el gobierno corre el riesgo de politizar el desarrollo de la IA”.