Muchas instituciones, corporaciones y entes nacionales están valorando a Bitcoin no como un mero activo especulativo, sino un depósito de valor líquido y globalmente transferible. Para algunas administraciones nacionales o regionales, BTC es una competencia para las monedas digitales de bancos centrales (CBDC) porque es un activo muy superior.

Hace media década, en 2020, cuando Strategy decidió invertir en BTC, muchos consideraron la medida como arriesgada. Con Michael Saylor al frente, la empresa se transformó en la pionera en adoptar esta criptomoneda como su principal activo de reserva. Actualmente, con más de 600.000 BTC en su posesión, se ha erigido como un modelo a seguir para otras corporaciones que buscan protegerse de la inflación y optimizar sus portafolios.  

En la misma dirección, la japonesa Metaplanet ha colocado Bitcoin en el centro de su estrategia para contrarrestar la depreciación del yen. La firma ha financiado sus adquisiciones de BTC mediante bonos sin cupón, emisiones de acciones y capital de mercado, consolidándose como la mayor poseedora corporativa de Bitcoin en Asia entre las empresas cotizadas.  

América Latina también se une a la tendencia tesorería internacional de Bitcoin

Cómo sabemos, de acuerdo con los datos aportados por Bitcoin Treasuries, compañías como Strategy, MARA Holdings, XXI y Metaplanet encabezan la lista global de tenencias corporativas de BTC.

A pesar de la hegemonía de Strategy en la carrera por atesorar más y más Bitcoin, la adopción en América Latina también está ganando terreno, especialmente en naciones afectadas por la devaluación monetaria y la inestabilidad económica. 

El caso más relevante es el de Bitfarms, una minera de origen argentino con sede en Canadá, que lidera la región con más de 1.100 BTC en sus reservas. Pero hay otros casos emblemáticos como Mercado Libre, el coloso argentino del e-commerce, que recientemente incrementó sus tenencias a más de 570 BTC, reforzando su posición financiera.

Se puede decir que las empresas latinoamericanas también han entendido que el BTC no es un activo volátil, sino un refugio de valor con liquidez creciente y alcance internacional. De igual manera, los gobiernos también observan cómo el sector privado acumula BTC sin requerir autorizaciones ni intermediación centralizada. O como naciones como El Salvador están apostando por añadir Bitcoins al tesoro nacional. 

El caso de El Salvador es emblemático, por no decir revolucionario y altamente positivo para la industria, porque ha sentado un precedente para una adopción estatal más amplia, que ya está en marcha. Esta no dependerá exclusivamente de leyes que reconozcan al BTC como moneda legal, sino de adquisiciones discretas para reservas nacionales, su incorporación en fondos soberanos o su uso en estrategias de diversificación por parte de bancos centrales.  

Estados Unidos podría afianzar la tendencia de adopción estatal

En el contexto de las crecientes tensiones geopolíticas y también con la facilidad de las monedas fiduciarias, han surgido nuevos rumbos, caminos financieros alternativos. A pesar de que el camino hacia la adopción criptográfica nacional ha sido obstaculizada por la regularización bancaria. Regulación que ha frenado de alguna manera la innovación y la idea de que un Estado utilice BTC para comerciar, blindar su economía o incluso desafiar al dólar y al euro, ha dejado de ser una utopía.  

El movimiento de adopción estatal ha sido liderado por El Salvador, respaldada y emulada por Estados Unidos con la orden ejecutiva que permite la creación de una reserva estratégica de BTC firmada en marzo por el presidente Donald Trump. Dicha reserva se creará, según los informes recientes, con activos incautados en procesos judiciales y con posibles compras a futuro de Bitcoin.

La iniciativa de Estados Unidos ha captado la atención al proponer que los BTC gubernamentales, estimados en más de 200.000 unidades, se conserven como reserva de valor, en lo que algunos denominan un “Fort Knox digital”. El departamento del Tesoro de los Estados Unidos y el de Comercio deben diseñar estrategias fiscales neutras para adquirir más BTC, sin costos adicionales para los contribuyentes, tal como lo exige la orden ejecutiva.  

A todo esto debemos sumar el éxito constante de los ETF de Bitcoin. Que además gozan de un respaldo corporativo, confirmando que las reglas financieras están evolucionando. Y los gobiernos que ignoren esta tendencia podría quedar atrás en un sistema financiero que ya se vislumbra en el futuro cercano.